domingo, 19 de octubre de 2008

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En 1928, el ingeniero alemán Fritz Pfleumer patentó la primera cinta magnética, formada por una capa de hierro magnetizable que se depositaba sobre una cinta de papel.

En 1932, AEG realizó los primeros ensayos para la construcción de grabadoras de cinta magnética. AEG comercializó los primeros magnetófonos de alambre de acero en 1933. AEG quería desechar las cintas de papel recubiertas de óxido de metal porque se deterioraban con gran rapidez, por ello, se asoció con la firma química alemana IG Fabenindustrie (I.G.Farben) filial de la multinacional química alemana BASF (Badische Anilin Und Soda Fabrik, por su nombre en alemán) para desarrollar una cinta conveniente. Se trataba de una cinta flexible de acetato de celulosa (material portador) cubierta con una pintura (laca) de óxido férrico (Fe3O4). Estas cintas plásticas eran mucho más ligeras que las anteriores de metal sólido, lo que permitió que se fabricaran magnetófonos más pequeños y menos costosos. BASF, en 1934, ya había producido 50.000 metros de la nueva cinta magnética.

En 1935, AEG exhibió el modelo de magnetófono K-1. El magnetófono K-1 era el primer modelo en sustituir el alambre de acero por la cinta de acetato de celulosa.

A finales de 1930, los magnetófonos fueron empleados por emisoras alemanas de radio para grabar con antelación sus programas y evitar los errores de la transmisión en directo, anticipándose a la tendencia actual de la transmisión diferida de programas. La aparición del magnetófono supuso una auténtica revolución técnica en el ámbito de la radiodifusión, pues permitía, además de la captación de los sonidos, su inmediata reproducción.

Con el tiempo, los ingenieros de los estudios de audio habían descubierto la forma de cortar y empalmar la cinta (es decir, de editarla).

Los primeros magnetófonos de aficionados aparecieron en 1950 y eran de carrete de cinta abierta.

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